Análisis: Tierra Media Sombras de Guerra



“Así es como NO debe ser una secuela”

Pues así como reza el subtítulo, la avaricia de Warner Bros lleva a una IP que prometía mucho en su primera entrega a, probablemente, ser la última de una IP para olvidar.

La historia comienza desde donde lo dejamos en Sombras de Mordor. Empieza con un asedio de los orcos a Minas Ithil, lo que posteriormente conoceríamos en El Señor De Los Anillos como Minas Morgul, hogar del Rey Brujo y los Nazghul. En nuestra tarea de evitar lo inevitable volvemos a encarnar a Talion y Celebrimbor. Así comienza el Acto 1 y con intención de no hacer spoiler no daré más detalles. El juego empieza muy fuerte, y quitando algunas licencias que se toma, como la sexualización de Ella-Laraña, al concluir el Acto 1 el juego pinta muchísimo mejor que su antecesor.

Y por eso hago incapié en esto, porque el juego pierde más fuelle que un balón de Nivea en la playa de Málaga. Hacer un juego de sobresaliente hubiera sido tan simple como hacer los actos 2 y 3 al mismo ritmo que el primero. Pero la avaricia de Warner Bros no ha tenido límites. Los Actos 2 y 3 nos preparan para lo que va a ser el Acto 4. Pero vayamos por pasos.

El acto 2 nos enseña a farmear orcos, la nueva mecánica que se añade a lo que ya sabíamos del sistema némesis. Volvemos a esos orcos de nuestro bando para poder atacar las fortalezas enemigas. Ataques que están realmente bien las primeras veces que los realizamos.

Consisten en hacernos con capitanes para nuestro ejército y debilitar las defensas del caudillo enemigo, para que así pase de ser imposible matarlo, a absurdamente fácil. Todo depende de las fuerzas con las que cuentes, no de ti. Mecánica que no está mal si no se llevase al extremo, haciéndose muy repetitivo y aburrido dominar orcos en vez de matarlos como en el primer juego. Realmente parece un gran asedio a una fortaleza en los libros de Tolkien.

El problema de este acto es que todo está relacionado con atacar y defender fortalezas, olvidándonos del objetivo principal y obligándonos a farmear orcos para obtener el poder en el resto de fortalezas de los distintos mapas. Que esta vez sí, son muy variados y vistosos.

Las misiones principales son más de lo mismo que en Sombras de Mordor, e igual de monótonas excepto ciertas misiones en las que manejaremos dragones, lucharemos contra un Balrog o contra los Nazghul. Situaciones que por otro lado vuelven a ser sobreexplotadas al extremo. Y es que al 8 Nazghul que vencemos ya empieza a aburrir.

El apartado gráfico es excelente en los personajes principales y orcos y destaca bastante en los vistosos escenarios que plantea. Esta vez si da gusto pasearse por Mordor aunque no haya mucho más que hacer. La resolución dinámica con la que cuenta ayuda a no sentir ciertos tirones, ya que la optimización no es sobresaliente.

La jugabilidad sigue el ejemplo del primero en cuanto al combate, siendo espectacular en las ejecuciones pero bastante simple el sistema de ataque y contraataque que ya hemos visto. Unido a esto viene un intento de mejora del sistema némesis, esta vez profundizando en la dominación de orcos para nuestras filas que lejos de ayudar, lo hace bastante más tedioso.

Los orcos dominados pueden traicionarte en el peor momento, huir del combate y por supuesto morir, aunque también salvarte en alguna ocasión. Contamos con guardaespaldas y montura que podremos llamar cuando queramos. Lo peor sin embargo está en los enemigos, que debido al sistema de niveles y al aprendizaje de nuestros patrones pueden volverse literalmente invencibles, siendo inmunes a ejecuciones, saltos por encima, fuego o cualquier elemento de nuestro arsenal. Por eso moriremos muchas veces contra algunos enemigos y cuanto más muramos más fuertes se harán ellos. Como digo una mecánica divertida, pero que llevada al extremo roza lo absurdo. Todo para que tengamos que farmear orcos.

La guinda de los puntos positivos la ponen los jefes finales, que esta vez están más presentes, como los Nazghul, el Balrog o el propio Sauron, pero que como digo, en algunos casos se abusa de la repetición, con un sistema de combate que no da para mucho más y convierte los combates que eran divertidos las primeras veces, en repetir una y otra vez lo mismo.

Volviendo a la parte negativa, la escalada se hace más simple y automática, dando saltos descomunales que restan belleza a la acción además de un sistema de combate que no mejora en nada, y que debido a la necesidad de un ejército, a veces se hace incluso más tedioso.

El sistema RPG es ahora más complejo, con muchas más habilidades donde elegir y más repertorio de armas y armaduras que utilizar. Algo que para mí no es un acierto tampoco, ya que ni siquiera podemos cambiar de estilo de combate, usando hachas por ejemplo. Se hace ahora el nivel y el equipamiento mucho más importante lo que nos lleva a farmear un poquito más si cabe.

Entre otros añadidos que no aportan nada están la inmensa cantidad de coleccionables y el pozo de guerra donde entrenar a nuestros orcos para que suban de nivel, como si fuesen pokemon. Todo esto mientras estamos obligados a ver cada pelea que les hagamos combatir.

Las misiones secundarias tampoco mejoran en absoluto lo visto anteriormente pero lo que a mi parecer es el eje de todo esto y por qué este juego no es lo que debería haber sido es el componente online.

Todo gira en torno al Acto 4, donde después de ver el final, nos ponen a defender fortalezas una y otra vez de los ataques enemigos. Algo imposible si no tenemos orcos de niveles altísimos y que nos harán reconquistarlas una y otra vez. La solución a esto pasa por los micropagos, pagar para obtener orcos de nivel alto y así poder acabarnos el juego. Final que consiste en una cinemática de un par de minutos nada más y que no aporta nada al desenlace del Acto 3.

Un Acto 4 hecho para los micropagos y el componente multijugador, que lleva al traste a un juego que apuntaba maneras y  se esperaba mucho de él. Que además estropea lo que podrían haber sido los Actos 2 y 3 si no fueren orientados a este cuarto. Un despropósito de avaricia desmedida.

NOTA FINAL

6,5

Una nota baja para un juego que mejora en muchas cosas al primero, pero que se ve lastrado por las expectativas causadas. La historia empieza bien pero flojea demasiado y si quitamos el primer acto, el resto del juego aburre más que su predecesor.
En cuanto a jugabilidad no innova demasiado y los cambios que hace, en el sistema némesis por ejemplo, están tan orientados a hacernos perder el tiempo, que los considero un atraso más que una mejora.
Un juego estropeado hasta lo absurdo por los micropagos no se merece una buena calificación. A veces la avaricia rompe el saco.

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