Análisis: Doom (2016)
“El renacer de Doom. Más Bestia, más sangriento”
Recientemente adquirí Doom en unas rebajas de Steam, me
habían hablado maravillas sobre él y era considerado por muchos el mejor
shooter de los últimos años. Por otra parte, nunca he sido un gran amante de
los juegos basados en disparos, ni los míticos arcades como los comienzos de la
propia saga Doom ni cuando nos referimos al multijugador como los clásicos Call
of Duty. Por eso, para mí comprar Doom fue una apuesta ciega sobre las
valoraciones de la comunidad. Algo así como cuando te compras una marca de
móvil porque te la han recomendado pero no tienes ni idea de si te va a gustar.
Después de meses en los que no encontraba el momento de
meterle mano a Doom, y cuyo calendario de enormes lanzamientos tampoco ayudaba,
he podido merendarme este juego en apenas unos pocos días y me ha encantado.
Tras haber basado la mayor parte de mi experiencia en shooters en títulos multijugador como Overwatch,
Battlefield, Call of Duty o Halo, enfrentarme a Doom me parecía un paso atrás.
¿Cómo iba a complacerme un juego que se basaba en matar a lo loco, sin
estrategias, a un montón de enemigos masillas con una IA deficiente? Nunca he
estado más equivocado…
Nunca me han gustado las campañas de los shooters porque
eran repetitivas hasta la saciedad, una serie de escenarios con una trama
simple a modo de pretexto para que empiecen los tiroteos. La segunda guerra
mundial o el espacio exterior, poco importaba cuando pasaban un par de horas y
todo parecía repetirse. Y sin embargo Doom repite la misma propuesta durante 12
fases y en ningún momento se me ha hecho aburrido. La respuesta, bajo mi
experiencia personal, es su frenetismo.
Doom lleva el frenesí a la máxima potencia acompañada de una
brutalidad extrema en sus ejecuciones y ríos de sangre por todas partes.
Desmembramientos, decapitaciones, motosierras o armas del tamaño de un caballo
no hacen justicia a lo que vais a ver en este título. Este reinicio de Doom
trae de vuelta la vieja escuela a los nuevos tiempos y nunca imaginé que podría
hacerlo tan terriblemente bien. Tendremos coleccionables, multitud de armas,
mejoras para estas o para nuestro avatar y por supuesto un modo Arcade para
conseguir la máxima puntuación. Si añadimos un modo multijugador como era de
esperar, las horas de diversión en Doom son infinitas.
Por mi parte me quedo con el modo singleplayer que es el que
me interesa y quiero valorar. La historia se presenta sencilla y poco
elaborada, a fin de cuentas es un pretexto para matar demonios. Su apartado
gráfico es muy detallista con los modelados de los enemigos y los entornos más
cercanos pero lo que más asombra es su rendimiento increíble tanto en consolas
como en PC, se nota cuando el trabajo está bien hecho.
Pero si por algo vais a jugar a Doom no es por nada de lo
anterior. Doom es brutalidad, sangre y multitud de armas. Doom rebosa muerte. Y
este es precisamente el aspecto crucial del juego, reventar cabezas demoníacas
con el arma más tocha que tengamos para luego decapitar con la motosierra al
grandullón de turno mientras suena death metal a toda pastilla. Nunca había
sentido tanto placer con tanta violencia. Porque si Doom sabe hacer algo
realmente bien es apelar a los instintos más básicos del ser humano, el
instinto de romper y destruirlo todo a nuestro paso, la violencia innata del
hombre. Y al igual que el sexo más salvaje es el más placentero, Doom sabe que
la violencia más brutal se disfruta más sin consecuencias.
"Doom se ve genial y se fluye aun mejor. una maravilla para los sentidos."
Su sistema de fases se plantea un tanto laberíntico,
obligando al jugador a investigar cada rincón del mapa en busca de la llave
amarilla que abra la puerta amarilla o de la llave azul que abra… pues eso… la
puerta azul. Así es como Doom juega con la pausa y consigue armonizar el
conjunto para evitar caer en la repetitividad. Y tras la calma llega la
tormenta.
Cuando nos referimos al shooter no estamos ante un ejemplo
de la moda actual, no hablamos de coberturas, respetar las distancias y puntería
endiablada. Doom requiere moverse todo el tiempo y por eso el propio estudio ha
dado tantísima importancia a la fluidez y al rendimiento. Se nos obliga a
correr para escapar o saltar para posicionarnos a mayor altura, todo ello frente
a unos enemigos no demasiado inteligentes y que no presentan ningún problema
cuando los enfrentamos de uno en uno. Lo que pasa es que nunca vienen solos. La
IA no es brillante en singular pero se comporta de maravilla cuando se juntan
decenas de demonios en pantalla. La turba nos rodeará, intentará arrinconarnos
e incluso dispararán hacia donde nos estemos moviendo prediciendo nuestra
posible trayectoria. Los niveles más altos de dificultad de Doom rozan lo
imposible.
Me guardo, como siempre, lo mejor para el final. Existe una
nueva mecánica, una nueva innovación que lo cambia todo. Tras dañar lo
suficiente a un enemigo, este parpadeará en color azul o naranja, hecho que nos
indica que podemos ejecutarlo. Las ejecuciones son el santo y seña de este título,
no solo porque se vean y se sientan tan brutales como casi eróticas si no
porque su ejecución nos recuperará más vida y nos dará más munición que
matarlos a balazos. Se convierte así en una mecánica tan indispensable como
espectacular cuando nos vemos rodeados de decenas de hordas demoníacas.
La rejugabilidad tiene un toque tradicional. Una vez
terminada la historia principal podremos hacer varias cosas. Por una parte
siempre podremos rejugar cualquiera de los doce niveles de la historia para conseguir
cualquiera de los coleccionables, mejoras de equipo o mejoras de armas que nos
hayamos olvidado. Y por otra parte tenemos el modo Arcade, que consiste en los
mismos niveles del modo historia pero con retos de puntuaciones al más puro
estilo ochentero. Más allá de estas opciones nos queda un modo multijugador que
no puedo (ni quiero) entrar a valorar y un editor de mapas para crear nuestras
propias obras sangrientas.
NOTA FINAL
8,5
Revivir la fórmula de Doom de esta forma y con estos
estándares de calidad es todo un regalo para esta generación, para aquellos que
no vivieron aquellos años. Este reinicio es más y mejor en todos los aspectos.
Si bien es un juego de 10 si lo que buscamos es brutalidad, sangre y muerte sin
sentido, puede sabernos a poco si buscamos una historia entretenida o un modo
multijugador a la altura.
Doom es un título muy concreto para un público que quiere
algo muy específico. Y si bien es cierto que prefiero los juegos que se centran
en una sola cosa, la propuesta de Doom es demasiado escueta, demasiado
breve. Y aun con todo, me gusta comparar
a Doom como el Devil May Cry de los shooter.
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